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Del Mediterráneo al Ártico
Pasión por la escalada de cascadas de hielo
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Soy un alpinista que proviene del alpinismo tradicional, un alpinismo de exploración, de descubrimiento, de aventura, de lo desconocido, que se antepone al alpinismo deportivo o basado en la dificultad.
Un día, por un cúmulo de buenas casualidades, aparece la posibilidad de llevar a cabo un proyecto que encaja en todas esas inquietudes: La exploración de cascadas de hielo en el ártico de Rusia. Un lugar donde nadie antes había explorado la escalada de saltos de agua congelada.
El proyecto no puede tener un mayor atractivo: lugar desconocido, cascadas de hielo que nadie antes ha visto en invierno y la posibilidad de explorar en el más puro sentido del alpinismo.
Un mensaje privado de Facebook enciende la mecha. El etnógrafo Miguel Angel Julián, me habla de un lugar alejado y salvaje donde hay saltos de agua y donde en invierno hace mucho frío: la Meseta de Putorana, al este de la ciudad de Norilsk, en la zona del Taymir. Si hay agua y hace mucho frío, está claro que en invierno se tienen que congelar.
Miguel Angel ha viajado en varias ocasiones a la zona para estudiar la vida de las etnias nómadas que habitan la tundra de l’Àrtico Ruso. Unas etnias que básicamente se dedican al pastoreo de rebaños de renos. Nunca ha estado en la Meseta de Putorana, pero le han hablado de ella y ha podido ver algunas fotos de la zona en verano.
Exploración de cascadas de hielo que nunca nadie ha visto en invierno y visitar etnias de pastores nómadas de renos que habitan la tundra del Ártico Ruso. El plan no podía tener más alicientes. La semilla ya estaba plantada.
Pero la realización del proyecto no va a ser fácil. La ciudad de Norilsk y en general la región del Taymir ruso, es una zona cerrada a los extranjeros. Para poder visitarla son necesarios permisos especiales. Con meses de antelación, Miguel Angel se pone en marcha para solicitar los permisos. Aunque tiene buenos contactos gracias a sus anteriores viajes, las gestiones no son fáciles ni rápidas. Traducciones juradas en ruso de nuestros pasaportes, invitaciones a cargo de organizaciones rusas, solicitudes de visados y un sinfín de papeleos y tramitaciones.
Tengo una buena amistad con algunos alpinistas rusos. Una amistad que viene de algunos años atrás y la experiencia adquirida en otros viajes juntos con estos compañeros en el sur de Siberia, en las montañas de Altay y el Valle de Chulishman, así que les comento el proyecto y les invito a sumarse a nuestro plan. Su primera reacción es de sorpresa. Ni a ellos se les había ocurrido planteárselo, pero sin dudarlo aceptan participar.
Lo primero que me dicen es que allá no se puede ir antes del mes de mayo. Las temperaturas en pleno invierno pueden llegar a los -50º y eso hace inviable ni tan solo acercarse al lugar. Hay que adentrarse cerca de 180 kilómetros desde la ciudad de Norilsk, cruzando ríos y lagos helados para llegar a la entrada a la Meseta de Putorana.
Después de semanas de mensajes, llegamos a la conclusión de adelantarlo a mediados de abril para asegurarnos que el hielo de los lagos y ríos aguantarán nuestro paso con los materiales que deberemos transportar para instalar el Campo Base y realizar las escaladas.
Tras un año de inciertas gestiones, nos ponemos en marcha el 5 de abril de 2019, con la ilusión pero también con la incertidumbre de qué encontraremos y cómo será toda esta aventura. Tendremos 15 días por delante para explorar cascadas de agua congelada y convivir unos días con los nómadas pastores de renos.
Llegamos a Norilks, una ciudad estratégica debido a las explotaciones de grandes minas de Nikel. Allí nos reunimos todo el grupo formado por mi buen amigo Ivan Temerev de Tomsk (Siberia), además del alpinista Fedor Kopitov y del especialista en escalada en hielo de Norilsk, Vlad Golub, la única persona que conoce el lugar, aunque en invierno nunca se ha adentrado en el interior de la Meseta de Putorana a pesar de vivir en la zona.
Por nuestra parte, el grupo Mediterráneo lo formamos los alpinistas y bombero David Graells, Daniel Gantona y yo mismo, Rafa Vadillo. También nos acompaña Ramon Dies, guía especialista en territorios árticos. El etnógrafo Miguel Angel Julián, se nos unirá a nuestro regreso de las cascadas de hielo, para guiarnos en la tundra y visitar a los Nenets, la etnia mayoritaria en esta zona del Ártico ruso.
Dos días para los preparativos de la logística que vamos a necesitar y nos ponemos en marcha. Lo que sobre los mapas calculamos que será un largo día para llegar al lugar donde queremos montar nuestro Campo Base, se convierte en 3 duros días y una larga noche, atravesando lagos y ríos helados.
Para los primeros 100 kilómetros, utilizamos los Trekol, unos vehículos todo terreno equipados con 6 grandes ruedas de gruesos tacos de goma. A pesar de hacer ese tramo de noche para aprovechar las bajas temperaturas, los vehículos se clavan continuamente en continuas balsas de agua. 8 agotadoras horas invertimos para recorrer este tramo.
Desde este punto, debemos continuar con motos de nieve que arrastran unos remolques de madera para transportar todo el material y al grupo. La rotura de una de las 3 motos de nieve complica de nuevo nuestros planes. Con solo 2 motos de nieve debemos replantear la logística. Las motos de nieve llevarán el equipaje y nosotros realizaremos el recorrido a pie con esquís. De esta manera, después de 3 días y una noche por fin llegamos al lugar donde instalamos nuestro frío Campo Base. Al anochecer el termómetro marca -25º y estamos a mediados de abril. Comentamos cómo debe ser estar aquí en pleno invierno.
Los días no previstos invertidos de más en la aproximación al Campo Base, reducen de forma importante el tiempo que nos queda para explorar los valles adyacentes, a la búsqueda de los saltos de agua que indican los mapas topográficos rusos.
Nos ponemos en marcha y en la primera exploración nos tenemos que retirar sin llegar al punto en el que los mapas indican la situación de las cascadas. El alto riesgo de aludes y los restos que vemos de avalanchas anteriores, nos hacen ser prudentes y no arriesgarnos en un lugar donde cualquier tipo de ayuda externa es imposible.
Nuestro tiempo se agota y con cierta inquietud comenzamos la subida por un nuevo valle, algo más abierto y en el que tenemos la sensación de no estar tan expuestos a los aludes. Después de remontar el valle durante más de 4 horas sobre nuestros esquís, la exploración da por fin sus frutos. Ante nosotros aparece un espectacular circo que contiene 5 bonitas cascadas de hielo. Estamos a 12 de abril de 2019.
Es tarde así que rápidamente nos equipamos con el material de escalada y nos dirigimos hacia la cascada más impresionante, situada en el extremo izquierdo del circo. Le ponemos por nombre: LEON & TUDELA FALL, en recuerdo de dos buenos amigos alpinistas que nos dejaron en los últimos meses en accidentes de montaña. Esta cascada tiene una altura de 60 metros y una dificultad WI 5/5+. La exploración ha tenido éxito.
Nuestros días en la Meseta de Putorana se acaban y debemos regresar a Norilsk donde nos reunimos con Miguel Angel para emprender la segunda parte del proyecto visitando algunos nómadas Nenet, la etnia más importante del Taymir con quienes tenemos previsto grabar un documental sobre la vida en el ártico ruso.
Nuestros amigos Ivan Temerev, Fedor Kopitov y Vlad Golub continuarán con la exploración. Ellos disponen de más días para dedicarlos a continuar buscando cascadas de hielo en la Meseta Putorana, acompañados por Timotey, Tatiana y Roman con sus motos de nieve, que les ayudan con la logística y sobre todo para el regreso.
Dos días después de nuestra marcha, su exploración también dará sus frutos al descubrir un nuevo circo del que cuelgan también algunas fantásticas cascadas de hielo. El 14 de abril de 2019 escalan 5 nuevas cascadas de hielo:
– Lyzhniy 35m WI4, Fedor Kopytov, Vlad Golub
– Slozhniy 35m WI5+, Ivan Temerev, Vlad Golub
– Polshaga Vperyod 65m WI5, Ivan Temerev, Vlad Golub, Fyodor Kopytov
– Yel Putorana 40m WI5, Ivan Temerev, Vlad Golub
– Vasya Davai! 50m WI6, Ivan Temerev, Vlad Golub on a top rope
Finalizados los días planificados para la escalada, nos desplazamos en helicóptero hasta el asentamiento de Tuhart, en plena estepa ártica. Alrededor de este emplazamiento se encuentran algunas “brigadas” que és como llaman a las comunidades nómadas de pastores de renos que habitan esta parte del Taymir ruso.
Durante unos días nos desplazamos en motos de nieve, visitando algunas de las comunidades de la etnia Nenet, mayoritaria en esta zona del ártico, que viven y se desplazan en sus “Baloks”, una especie de originales auto-caravanas construidas con una estructura de madera recubierta de pieles de reno, montadas sobre unos grandes esquís de madera, arrastrados por un tiro de renos.
La dureza de la vida, no impide a las etnias que habitan el ártico, tener una amabilidad y un sentido de la hospitalidad, que sorprende a quienes venimos de sociedades individualistas y egoístas, compartiendo lo poco que tienen.
La semilla de la exploración en la Meseta de Putorana ya está plantada. Un nuevo proyecto más ambicioso nace a partir de ahora, pero necesitará de importantes colaboraciones para la compleja logística necesaria.
Quizás un nuevo sueño se haga realidad.
RAFA VADILLO
➡ De toda esta aventura hemos realizado un documental que está disponible para su proyección.
Este es el tráiler: https://vimeo.com/344636525
Si estáis interesados en proyectarlo, contactad conmigo por correo o por teléfono: 619926323